Gustavo
Luis Carrera (prólogo):
“Estas líneas preceden a un libro que se afirma sobre dos
momentos fundamentales en el estudio de la novela venezolana del siglo XIX. El
primero de ellos corresponde a 1906, año de la publicación del primer tratado
sistemático referido a la materia: La
literatura venezolana en el siglo XIX, de Picón Febres, el viejo maestro
merideño sentó unas bases indispensables, de consulta obligada para todo
investigador, a través de una lectura cuidadosa de los textos y de una
consideración crítica activa, apasionada a veces, pero siempre evidente
utilidad. El segundo momento se sitúa en 1963, con la aparición de la
Bibliografía de la novela venezolana, con pie editorial del Centro de Estudios
Literarios (actualmente Instituto de Investigaciones Literarias) de la Facultad
de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela, coordinado
por el propio Osvaldo Larrazábal Henríquez y por Gustavo Luis Carrera. Esta
bibliografía vino a decir por primera vez qué se había publicado como novela en
el país. (…). La parte más relativa al siglo XIX fue la más exigente y compleja,
dejándonos, siempre, la sensación de tarea por completar. Precisamos entonces
la existencia de 48 novelas publicadas en el período, e identificamos autores y
seudónimos discutidos. Allí prendió el empeño de Larrazábal Henríquez de estudiar, en forma detenida y
profundizadora, nuestra novelística decimonónica”
Larrazábal Henríquez y Picón Febres quizá sean los dos únicos venezolanos en haberse leído las 48 obras que en este libro se analizan
“Introducción” de Larrázabal Henríquez
"Realmente la novelística venezolana ha sido poco
estudiada y poco conocida y quizás por ello sea tan menospreciada. Solamente a
partir de cierto comento de exaltación colectiva, fue difundida y aceptada como
representativa de una realidad nacional y de una idiosincrasia determinada" (1980: 13)
“Este libro quiere lograr el hacer despertar la
conciencia de nuestros críticos e investigadores, hacia un campo material que
si bien no constituye un conjunto de calidad uniforme, sí representa una
realidad histórica incontrovertible, digna de rescate” (1980: 13)
“Insistimos, porque la conocemos a cabalidad, en que la
novelística del siglo XIX no ofrece una calidad uniforme y quizá en el recuento
valorativo predomine lo negativo sobre lo positivo; pero ello no debe
desviarnos del objetivo del interés de la investigación y de la crítica” (1980: 14)
“Quizá lo que mayormente llamó nuestra atención, fue la
desproporción que hay entre los estudios realizados sobre esa novelística y la
realidad cuantitativa que ella comporta. Realmente es desalentador el panorama
en este sentido. Son muchos los críticos venezolanos que se han dedicado a su
conocimiento, pero sus esfuerzos siempre se centraron en los mismos títulos que
ahora son conocidos y que constituyen el material que al respecto maneja.
Aparte de las informaciones proporcionadas por Gonzalo Picón Febres (1906) y
Angel Mancera Galletti en Quiénes narran
y cuentan en Venezuela, que sí agrupan un número considerable de novelas y
de autores, todas las demás se reducen a repetirse unas con las otras y a no
reconocer más de diez o quince títulos, siempre los mismos” (1980: 14)
“De acuerdo a lo que fuimos encontrando como material
interesante, produjimos grupos tentativos, proponiéndonos constituir cuerpos
afines donde el punto de vista temático contribuyera en la orientación
propuesta” (1980: 15)
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