lunes, 19 de enero de 2015

Bajo el cielo de esmalte: traducir a José Antonio Ramos Sucre


Guillermo Parra






Aunque José Antonio Ramos Sucre es una figura central de las letras venezolanas y su obra ha sido publicada en México, España, Portugal y Francia, era totalmente desconocido en inglés hasta hace muy poco. El tomo de traducciones al inglés que realicé, José Antonio Ramos Sucre, Selected Works (University of New Orleans Press, 2012), es la primera recopilación antológica con la que contamos en el mundo angloparlante. El único precedente del que tengo conocimiento es una plaquette de su obra titulada 5 Poems by Jose Ramos Sucre (Santa Cruz, CA: Blue Press), publicada en 2008 por el poeta Cedar Sigo y la traductora Sara Bilandzija. Lo digo con asombro e inquietud. Quisiera reflexionar brevemente sobre cómo algunos lugares específicos en la obra y vida de Ramos Sucre han influido en mi traducción de su poesía. Pienso que Ramos Sucre en sus textos creó zonas autónomas, desvinculadas de su entorno inmediato en Venezuela y Europa. Para Ramos Sucre el poema parece existir en el ámbito del libro, lejos del mundo cotidiano. Sin embargo, creo que al traducirlo, mis investigaciones en Caracas y Cumaná fueron imprescindibles.


Los paisajes internos del libro

Los  lugares  identificados en  los  textos  de  Ramos  Sucre  casi  nunca están localizados en la Venezuela de comienzos del siglo XX. Sus paisajes frecuentemente son mitológicos y siempre cuentan con el sello de su estilo tan elaborado. Son conscientemente literarios, e incluyen la Grecia antigua, Londres y otras capitales europeas del siglo XIX, campos pastorales etéreos o lejanas provincias chinas. Los paisajes de Ramos Sucre son desviaciones radicales hacia el reino del libro. La página es un lugar privilegiado, con similitudes a las zonas que Jorge Luis Borges crearía en sus cuentos algunos años después. Como ocurre con la obra de Borges, el trabajo de Ramos Sucre frecuentemente está cifrado en los procesos de lectura y, a menudo, retrata el descubrimiento de una crítica de la vida cotidiana dentro de las páginas de un libro.
Por este motivo creo que un aspecto crucial de mi proceso de traducción fue la oportunidad de investigar la vida y obra de Ramos Sucre al visitar algunos lugares en Venezuela. En el 2010, pasé un mes haciendo diligencias burocráticas en varias oficinas gubernamentales del centro de Caracas. Aproveché esas jornadas para emprender largas caminatas por el centro de Caracas, trazando rutas similares a las que Ramos Sucre trazaba en sus deambulaciones nocturnas. Hoy el centro de Caracas no concuerda exactamente con el de la época de Ramos Sucre, pero su mezcla de estilos arquitectónicos —edificios estilo Art Deco junto a rascacielos y a callejones con algunas casas del siglo XIX— me animaba. Me parecía fascinante la energía a veces caótica de los miles de peatones y motorizados que pululan por sus calles, plazas y aceras. Allí también visité el Salón de Libros Raros y Manuscritos de la Biblioteca Nacional, donde pude inspeccionar ejemplares de las primeras ediciones de sus libros.
Por esas mismas fechas viaje a Cumaná para conocer a Rubi Guerra, gran estudioso de la vida y obra de Ramos Sucre, y visitar la Casa Ramos Sucre. Rubi nos obsequió a mi esposa y a con un paseo por la Casa mientras comentaba sus investigaciones sobre la juventud del escritor en Cumaná y Carúpano. También, nos llevó a la tumba de Ramos Sucre en el cementerio Santa Inés. Aunque en la época de Ramos Sucre ese cementerio probablemente fue muy elegante, hoy en día es un lugar casi abandonado. Está ubicado en una zona que Rubi llamaba el Triángulo de la muerte, debido a que se encuentra al lado de un penitenciario y las ruinas del castillo de San Antonio. Al cruzar el portón de la entrada, lo primero que vimos fue un grupo de personas bebiendo aguardiente bajo el brutal sol cumanés. Hubo un momento de tenso silencio mientras los dos grupos nos mirábamos, intentando descifrar mutuamente nuestras intenciones. Afortunadamente, Rubi les comentó: Venimos a ver un familiar. Y entonces la atmósfera fue un poco más relajada. Para llegar hasta la tumba del poeta nos vimos en la obligación de caminar y saltar sobre docenas de tumbas. Escalando y sorteando sepulcros sumidos bajo una espesa hierba.
Supongo que podría haber traducido la obra de Ramos Sucre sin haber pisado nunca las calles de Caracas y Cumaná. Pero la experiencia de observar estos lugares a través de mis propios ojos, sentir la intensidad del sol cumanés, contemplar las flores secas en el sepulcro de Ramos Sucre, observar las fachadas de los edificios que él pudo haber observado en sus caminatas en los años veinte, fueron detalles que me dieron un contexto físico para entender su obra mientras yo la traducía.



El poeta como extranjero

En la lista incompleta de libros catalogados en la biblioteca personal de Ramos Sucre después de su muerte, hay varias ediciones francesas de Charles Baudelaire. La figura de Baudelaire es una presencia que recorre la obra de Ramos Sucre, y que probablemente matizó su noción del poeta como un errante para quien el paisaje citadino es una fuente de inspiración. Otro vínculo entre Baudelaire y Ramos Sucre es el de la devoción que ambos profesaron a la antigüedad como una presencia viva en su poesía. Walter Benjamin escribe sobre la importancia del mundo antiguo en la obra de Baudelaire. En El proyecto de los pasajes, Benjamin configura una clave de la poética baudeleriana: “It is very important that the modern, with Baudelaire, appear not only as the signature of an epoch but as an energy by which this epoch immediately transforms and appropriates antiquity. Among all the relations into which modernity enters, its relation to antiquity is critical” (236). Esta interpenetración de lugares y tiempos distantes que confluyen en el presente es una de las cosas que encuentro en los textos de Ramos Sucre, signados por sus referencias a la literatura clásica griega, las mitologías europeas y escritores como Dante, Shakespeare y Goethe.
Benjamin también habla del “Baudelaires estrangement from the age…” (300). Cita los comentarios de Baudelaire en su “Salón de 1859” : “Tell me in what salon, in what tavern, in what social or intimate gathering you have heard a single witty remark uttered by a spoiled child, a profound remark, to make one ponder or dream…? If such a remark has been thrown out, it may indeed have been not by a politician or a philosopher, but by someone of an outlandish profession, like a hunter, a sailor, or a taxidermist. But by an artist… never” (300-301). Benjamin ve a estas personas de “profesión extravagante” como versiones de los “sorprendentes viajeros” que Baudelaire evoca en su poema “El viaje”— aquí en la versión de Jacinto Luis Guereña:

¡Sorprendentes viajeros! ¡Cuántas nobles historias leemos en vuestros ojos, tan hondos como el mar! Mostradnos los estuches de vuestra rica memoria, esas joyas maravillosas, hechas de astros y cielos.

¡Sin vapor y sin vela quisiéramos navegar!
Para alegrar el tedio de nuestras cárceles, haced
que en nuestras almas, tan tensas como la tela,
resuenen vuestros recuerdos con sus orlas de horizontes. Decidlo: ¿qué habéis visto? (171-172)

En Ramos Sucre nos encontramos continuamente con el tema del viaje. El “cielo de esmalte” tan explícitamente artificial de su último libro simboliza los mundos que Ramos Sucre construyó en su escritura. Tenía la conciencia de que sus libros componen una obra unitaria, de largo aliento. La torre de Timón abre el ciclo con su famoso “Preludio,” su libro final lo cierra con “Omega”. El único texto que firma con su lugar de composición es “Residuo”, que incluye la observación: “Ginebra, marzo de 1930”.

Mis traducciones son un intento de presentar a Ramos Sucre a una audiencia estadounidense como un precursor de Borges y un poeta que inspiró a las generaciones vanguardistas que surgieron en las décadas de los cincuenta y sesenta. Poetas vanguardistas como Francisco Pérez Perdomo y Juan Calzadilla, miembros de El Techo de la Ballena, fueron los que ayudaron a promover su obra en Venezuela. La selección Antología poética que hizo Pérez Perdomo para Monte Ávila Editores en 1969 (y que ahora forma parte de la Biblioteca Básica de Autores Venezolanos de Monte Ávila) fue la primera antología de tiraje masivo que se publicó de Ramos Sucre. En su prólogo, que Monte Ávila y Pérez Perdomo me autorizaron a traducir para mi selección en inglés, el poeta y crítico de El Techo de la Ballena escribe: “Pero la rareza de Ramos Sucre no se manifiesta
. . . en alguna señalada excentricidad sino en un consciente desarraigo” (IX). Creo que mis traducciones de Ramos Sucre habrán sido exitosas si he logrado expresar en el inglés al menos una sombra de ese “consciente desarraigo”.

  

NOTAS

1. Versión revisada y traducida del inglés de una charla presentada en la conferencia “One Makes Many: A Conference of Poetic Interactions”, como parte del panel “Latin America (in Translation)”. La conferencia tuvo lugar el 11 de noviembre del 2011 en Duke University, Durham, North Carolina



OBRAS CITADAS

Baudelaire, Charles. Las flores del mal. Jacinto Luis Guereña, traductor Madrid: Visor, 1996.

Benjamin, Walter. The Arcade Project. Howard Eiland and Kevin McLaughling, translators. Cambridge: The Belknap Press of Harvard University, 1999.
Pérez Perdomo, Francisco, en José Antonio Ramos Sucre. Antología poética,
Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2004.