miércoles, 5 de febrero de 2014

Reseña de Viviana y otras historias del cuerpo (2006)


por Antonietta Alario
texto original para nuestra revista 
Investigaciones Literarias
Nº 15, V. I/II, 2007








En la obra reseñada, como su título lo anuncia, el lector encontrará una serie de relatos en los que prevalece la temática del cuerpo en sus diversas acepciones. Se trata del cuerpo como símbolo erótico, pero también como enfermedad, decadencia, cadáver, texto, organismo o institución. La antítesis del cuerpo, el alma o lo fantasmagórico también se encuentra presente. Ambos, cuerpo y alma, componen los temas que van de las evocaciones de la niñez y adolescencia a lo erótico, lo fantástico y hasta lo académico. La estructura narrativa se concibe como un material armónico que sobrepasa los límites del universo semántico de esta obra particular, para convertirse en tópicos que se repiten constantemente en sus últimos volúmenes de cuentos publicados. Tal como lo expresa el autor en una entrevista para la revista Ateneo: “pertenecen todos a un solo libro, a un ciclo que ha ido apareciendo por entregas. Se trata de una estructura abierta que retrata la experiencia vital en los mismos términos de apertura con que ella se nos presenta” (Gomes, 2007: 18). 
El texto esta compuesto por doce cuentos. Dos de ellos, “Mineta” y “La montaña rusa”, fueron publicados anterior-mente en el libro De fantasmas y destierros (2003). El cuerpo como decadencia, deterioro y enfermedad del padre mori-bundo, en una noche fría de un hospital de New Haven, es el punto de partida del relato “Mineta”. Bajo este contexto desolador, los sentimientos encontrados sufren su propia batalla y afloran recuerdos de los conflictos entre padre e hijo, ahora superados bajo la com-prensión de un hombre cuya rigidez ha cedido, pero también se revela una burla mordaz, al parodiar y criticar el mundo de las creencias inculcadas. En definitiva, se trata de un texto estratégicamente logrado bajo una estructura circular, en el cual se pretende mostrar las vicisitudes y miserias de las relaciones humanas. De igual forma ésta es la macropropo-sición que sobresale en el cuento “La montaña rusa”. Aquí, se destacan las incidencias de una relación amorosa desde sus pasiones iniciales, embarazo, matrimonio y huída del país por el quiebre de la compañía, hasta la tediosa convivencia y el maltrato añadido. La actitud de un hombre, Eugenio, que cobra a diestra y siniestra su frustra-ción y amargura, va sufriendo una trasformación “milagrosa” para Yajaira y su pequeña hija. Y al igual que como ocurre en la realidad surge la paradoja. Lo que se proyectaba hacia un happy end se transforma en una desgraciada tragedia por la muerte de su hija en el “Circo de los hermanos Frías y Cía”, revés que trunca cualquier posibilidad de salvación. Otro aspecto relevante a lo largo del relato que se conecta perfecta-mente con los sucesos que se van desarrollando en la trama es una abierta crítica social y política. Del arribismo y oportu-nismo de adecos y copeyanos de la cuarta república, se pasa a la ignorancia, corruptela y patriotismo enfermizo de la quinta. Asimismo, la crítica emi-tida contra el gobierno de Chávez es notoria también en “Bolívar Tango y Alberto”. Mientras se desarrolla la trama de un triángulo amoroso: Lolita, Alberto y Gina, en el clímax del conflicto, Alberto asiste a una marcha en Chuao y drena su doble malestar. Se hace evidente la recreación de los sucesos del 11 al 14 de abril vividos en Venezuela en el año 2002.
Las manifestaciones del cuerpo en sus necesidades carnales y sus complejas individualidades se ven perfecta-mente ejecutadas en los romances, deseos y sueños de los personajes que conforman el mundo narrativo de este libro. Pero son personajes que trascienden los límites del texto pues reapare-cen, con situaciones y realidades cambiantes, de un relato a otro, tal vez con el propósito de configurar entidades cuya naturaleza sobre-pase el universo ficcional de los propios cuentos. Eugenio, Yoma-lia, Alberto, Jesús, Xavier, Mike, Consol, Paula, Ramiro, Viviana, por mencionar algunos de ellos, son personajes con vivencias y realidades muy cercanas a nosotros, aun fuera del ámbito narrativo en el que se desarrollan. El drama de Ramiro, que sufre de una "escasez de suministros” (es decir, sexo) por la gravidez (durante 9 meses) y luego la cuarentena postnatal de su mujer María de Lourdes, se vislumbra por momentos como la trama central de “Arte y sexualidad en la cultura Occidental”, desarrollada además con un excelente humor. No obstante, la compleja y rígida personalidad de Ramiro, un hombre excesivamente escrupulo-so tanto en su ámbito laboral al fungir como corrector de Ediciones Casal, como en lo personal, para quien se atenta contra la fidelidad incluso con la masturbación, otorga al cuento una atmósfera delirante que propicia un final insospechado. El fiel y perfeccio-nista quien sobrellevó por dos días una erección es llamado por Paula, la traductora argentina, para aclarar una duda porque había conseguido un error en el libro que él había corregido y entregado a la imprenta. “En la página cincuenta y uno se mencionan figurillas grecorromanas que representaban a Priapo. Se explica que encima del falo a veces le colgaban ofrendas de frutas [...] En el paréntesis el número de la ilustración es el once. Miré en esa página, y miré en todo el libro, pero la ilustración no aparece [...]” (p. 66). Así, la trivialidad de una anécdota se recrea con este juego de ficción en donde la realidad es constantemente sometida a prueba.
La traductora argentina Paula reaparece en “Lazame”, no como una continuidad del personaje de “Arte y sexualidad en la cultura Occidental” sino construyendo con sus vicisitudes y relaciones una nueva estación de la vida humana. Al inicio del relato el narrador- personaje, Mike, anuncia que nos va a contar una historia de amor, luego creemos entender que es la historia de su mejor amigo Xavier, quien mantiene una relación extramatrimonial con Paula, a quien conoce cuando acompaña a su esposa Consol al curso de Lazame o parto sin dolor. Al final del relato, sin indicios previos que apuntasen a tal desenlace -y allí radica la admirable hechura narrativa de Gomes entendemos que no sólo y principalmente se trata de la historia de Xavier, sino que el narrador nos está contando su propia historia de amor, que se divide entre el sincero afecto por su amigo y la niña que había tenido con Consol, la esposa de su mejor amigo. Cualquier semejanza con la realidad no es mera coin-cidencia.
Otro tema relevante también por la recurrencia con la que se presenta en sus textos es el del propio quehacer literario. El autor ha sabido utilizar el drama del escritor como fuente misma de su creación. Aquí podríamos agrupar a relatos como “New York, New York”, “Los mejores relatos pornográficos de mi pluma (de hecho, el único)”, “El silencio de la noche” y “Poeta fantasma”. En todos, el tema de la incertidumbre y angustia del escritor ante las páginas en blanco sobresale entre otras imbricaciones circunstanciales de la vida. Mientras ésta, por ejemplo, consiste en una sucesión de días que se repiten uno tras otro, enmarcados en el dolor de una separación y el agobio de tener que socializar sin el mayor interés en hacerlo. Sólo el alcohol sirve de refugio, y la escritura, que aunque implica cierto sufrimiento, es la única que puede aliviar la desdicha de los patéticos días del narrador-protagonista de “New York, New York”. O, por el contrario, cuando se vive feliz y en paz, con un trabajo estable, un hogar y una familia, además, se tiene como mejor amigo a su jefe, con quien puede compartir el gusto por la literatura, la música y la pintura porque ambos se graduaron de lo mismo en la universidad, como le ocurre al narrador protagonista de “El silencio de la noche”. No obstante, aun cuando pareciera tenerlo todo, se siente incom­pleto e insatisfecho ante una extraña nostalgia por lo que pudo escribir y no escribió, por el cuadro que no pintó, por la música que no compuso. Así, compara su vida con el suplicio de Tántalo. Se reproduce en la trama la hermosa pero terrible paradoja de tenerlo todo y sentir que no se tiene nada.
En este relato, como en otros, lo metaliterario sirve como un recurso estructural ingeniosa-mente usado para marcar de manera explícita las dos partes en que está conformado el cuento.
 Es hora de que llegue a lo que me proponía relatar, porque por algo estoy escribiendo un cuento. La anécdota es simple pero doble. En su primera parte ocurre lo que he anotado hasta aquí (...). La otra porción, pese a haber transcurrido en el exterior, resultó menos agitada (p. 180).
  
 Se muestran los sentimientos encontrados, fascinación, envidia, odio y, a la vez, frustración, que siente el narrador-protagonista al ver la energía con la que un hombre solitario escribe absorto de todas las circunstancias que lo rodean, en el café de un aeropuerto, mientras que él "pujaba para que me salieran las frases y, en seguida, llegaba a la conclusión de que eran incomprensibles” (p. 187).
   En definitiva considero que los relatos de Gomes se caracterizan por un efectivo acoplamiento en donde cada detalle textual, estructural y contextual es cuida-dosamente puesto en funciona-miento en el entramado narrativo. En él se recrean, de manera excelente, las diversas incidencias existenciales, sexuales, sociales, políticas e intelectuales, entre otras, por las que puede pasar el ser humano. Representado éste, en los textos, mediante una multiplicidad de personajes heterogéneos cuyos roles varían de empleados de una editorial, a empresarios, traductores, escrito-res y profesores; cuyos cuerpos, en algunos casos con sus res-pectivas conciencia-fantasmas incluidas, interactúan y confluyen en el mismo relato y de un relato a otro. El humor es otro recurso muy bien usado por Gomes cuando se evocan hechos de la infancia, invocan fantasmas serios y otros no tan solemnes, se presenta la diversidad y complejidad de las relaciones de pareja (matrimonia-les y extramatrimoniales, homose-xuales y bisexuales), se reproduce el proceso de escritura y se muestra el mundo académico venezolano y el norteamericano.                                                                                                                Por último, la estratégica selección del material que actúa como intertexto literario, musical, cinematográfico, artístico y hasta político, configurando un universo narrativo bastante complejo, es una verdadera apuesta a la inteligencia del lector.  

 
Referencias bibliográficas
Barroso García, N. (2007). “Evoco los placeres terribles.” Entrevista a Miguel Gomes. En Ateneo 27, 16-20.