Guillermo Parra
Aunque José Antonio Ramos Sucre es una figura central de las letras venezolanas y su obra ha sido
publicada en México, España, Portugal y Francia, era totalmente desconocido en inglés hasta
hace muy poco. El tomo de
traducciones al inglés que realicé,
José Antonio Ramos Sucre, Selected Works (University of New Orleans
Press, 2012), es la primera
recopilación antológica con la que contamos
en el mundo angloparlante. El único precedente del que tengo conocimiento es una plaquette de su obra titulada 5 Poems by Jose Ramos Sucre (Santa Cruz,
CA: Blue Press),
publicada en 2008 por el poeta Cedar
Sigo y la traductora Sara Bilandzija. Lo digo con asombro e inquietud.
Quisiera reflexionar brevemente sobre cómo algunos lugares
específicos en la obra y vida de Ramos Sucre han influido en mi traducción
de su poesía. Pienso que Ramos
Sucre en sus textos creó zonas autónomas, desvinculadas de su entorno
inmediato en Venezuela y Europa. Para Ramos Sucre el poema parece existir
en el ámbito del libro, lejos del mundo cotidiano. Sin embargo, creo que al traducirlo, mis investigaciones en Caracas y Cumaná fueron imprescindibles.
Los
paisajes internos del libro
Los lugares identificados en
los textos
de Ramos
Sucre casi
nunca están
localizados en la Venezuela de comienzos del siglo XX. Sus paisajes frecuentemente son mitológicos y siempre cuentan
con el sello de su estilo tan elaborado. Son conscientemente literarios, e incluyen la Grecia antigua, Londres y otras capitales europeas del siglo XIX, campos
pastorales etéreos o lejanas provincias chinas. Los paisajes de Ramos Sucre son desviaciones radicales hacia el reino del libro. La página es un lugar privilegiado, con similitudes a las zonas que Jorge
Luis Borges crearía en sus cuentos
algunos años después. Como ocurre con la obra de Borges, el trabajo de Ramos Sucre frecuentemente
está cifrado en los procesos de lectura y,
a menudo, retrata el descubrimiento de una crítica de la vida cotidiana dentro
de las páginas de un libro.
Por este motivo creo que un aspecto crucial
de mi proceso de traducción fue la oportunidad de investigar la vida y obra de Ramos Sucre
al visitar algunos lugares en Venezuela. En el 2010,
pasé un mes
haciendo diligencias burocráticas en varias oficinas gubernamentales del centro de Caracas. Aproveché
esas jornadas para emprender largas
caminatas por el centro de Caracas, trazando rutas similares a las que Ramos
Sucre trazaba en sus deambulaciones nocturnas. Hoy el centro
de Caracas no concuerda exactamente con el de la época
de Ramos Sucre, pero su mezcla
de estilos arquitectónicos —edificios estilo
Art Deco junto a rascacielos y a callejones con
algunas casas del siglo XIX— me animaba. Me parecía fascinante la energía a veces caótica de los miles de
peatones y motorizados que pululan por sus calles, plazas y aceras. Allí también visité el Salón de Libros Raros y Manuscritos de
la Biblioteca Nacional, donde pude inspeccionar ejemplares de las primeras ediciones
de sus libros.
Por
esas mismas fechas viaje a Cumaná para conocer a Rubi Guerra, gran estudioso de la vida y obra de Ramos Sucre, y visitar la Casa Ramos Sucre. Rubi nos
obsequió a mi esposa y a mí con un paseo por la Casa mientras comentaba sus investigaciones sobre la
juventud del escritor en Cumaná y Carúpano. También,
nos llevó a la tumba de Ramos Sucre en el cementerio Santa Inés. Aunque en la
época de Ramos Sucre ese cementerio probablemente fue muy elegante, hoy en día es un lugar casi abandonado. Está ubicado en una zona que
Rubi llamaba el Triángulo
de la muerte, debido a que se encuentra al lado de un
penitenciario y las ruinas del castillo de San Antonio.
Al cruzar el portón de la
entrada, lo primero que vimos
fue un grupo de personas
bebiendo aguardiente bajo el brutal sol cumanés. Hubo un momento
de tenso silencio
mientras los dos grupos nos mirábamos, intentando descifrar mutuamente nuestras
intenciones. Afortunadamente, Rubi les comentó: Venimos a ver un familiar. Y entonces
la atmósfera fue un poco más relajada. Para llegar hasta la tumba del
poeta nos vimos en la obligación de caminar y saltar sobre docenas de tumbas. Escalando y sorteando sepulcros sumidos
bajo una espesa hierba.
Supongo
que podría haber traducido la obra de Ramos Sucre sin haber pisado nunca
las calles de Caracas y Cumaná. Pero la experiencia de observar estos lugares
a través de mis propios
ojos, sentir la intensidad del sol cumanés, contemplar las flores secas en el sepulcro
de Ramos Sucre,
observar las fachadas de los edificios que él pudo haber observado
en sus caminatas en los años
veinte, fueron detalles que me dieron un contexto físico para entender su obra
mientras yo la traducía.
El poeta como extranjero
En la lista incompleta de libros catalogados en la biblioteca personal de Ramos
Sucre después de su muerte, hay varias ediciones francesas de Charles Baudelaire.
La figura de Baudelaire es una presencia
que recorre la obra de Ramos Sucre, y
que probablemente matizó
su noción del poeta como un errante
para quien el paisaje citadino es una fuente de
inspiración. Otro vínculo entre Baudelaire y Ramos Sucre es el de la devoción que ambos profesaron a la antigüedad como una presencia viva en su poesía. Walter Benjamin
escribe sobre la importancia
del mundo antiguo en la obra de Baudelaire. En El proyecto de
los pasajes, Benjamin configura
una clave de la poética
baudeleriana: “It is very important that the modern, with Baudelaire, appear
not only as the signature of an epoch but as an energy by which this epoch immediately transforms and appropriates antiquity. Among all the relations
into which modernity
enters, its relation
to antiquity is critical” (236). Esta interpenetración de lugares y tiempos distantes que confluyen en el presente es una de las cosas que encuentro
en los textos de Ramos Sucre, signados por sus referencias a la
literatura clásica griega, las mitologías europeas y escritores como Dante,
Shakespeare y Goethe.
Benjamin
también habla del “Baudelaire’s
estrangement from the age…” (300). Cita los comentarios de Baudelaire en su
“Salón de 1859” : “Tell me in what salon, in what tavern, in what social or intimate
gathering you have heard
a single witty remark uttered by a spoiled child, a profound
remark, to make one ponder or dream…? If such a
remark has been thrown out, it may indeed have
been not by a politician or a philosopher, but by someone of an outlandish profession, like a hunter, a sailor, or a taxidermist.
But by an artist… never” (300-301). Benjamin ve a estas personas
de “profesión extravagante” como versiones de los “sorprendentes viajeros” que
Baudelaire evoca en su poema “El viaje”— aquí en la versión de Jacinto Luis
Guereña:
¡Sorprendentes viajeros! ¡Cuántas nobles
historias leemos en vuestros ojos, tan hondos como el mar! Mostradnos los estuches de vuestra rica memoria, esas
joyas maravillosas, hechas de astros y cielos.
¡Sin vapor y sin vela quisiéramos navegar!
Para alegrar el tedio de nuestras cárceles,
haced
que en nuestras
almas, tan tensas
como la tela,
resuenen vuestros recuerdos con sus orlas de horizontes.
Decidlo: ¿qué habéis visto? (171-172)
En Ramos Sucre nos encontramos continuamente con el tema del viaje. El
“cielo de esmalte”
tan explícitamente artificial de su último
libro simboliza los mundos que Ramos Sucre construyó
en su escritura. Tenía la conciencia de que sus libros componen una obra unitaria, de largo aliento. La torre de Timón
abre el ciclo con su famoso “Preludio,” su libro final lo
cierra con “Omega”.
El único texto que firma con su lugar de composición es “Residuo”, que incluye
la observación: “Ginebra, marzo de 1930”.
Mis traducciones son un intento
de presentar a Ramos Sucre
a una audiencia estadounidense como un precursor de Borges y un poeta que inspiró a las
generaciones vanguardistas que surgieron
en las décadas de los cincuenta y sesenta.
Poetas vanguardistas como
Francisco Pérez Perdomo
y Juan Calzadilla, miembros de El
Techo de la Ballena, fueron los que ayudaron
a promover su obra en Venezuela. La selección Antología poética
que hizo Pérez
Perdomo para Monte Ávila
Editores en 1969
(y que ahora
forma parte de la Biblioteca Básica de Autores Venezolanos de Monte Ávila)
fue la primera antología de tiraje masivo que se publicó de Ramos Sucre.
En su prólogo, que Monte
Ávila y Pérez
Perdomo me autorizaron a traducir para mi selección en inglés, el poeta
y crítico de El Techo de la Ballena escribe: “Pero la rareza de Ramos Sucre no se manifiesta
. . . en alguna señalada
excentricidad sino en un consciente
desarraigo” (IX). Creo que mis traducciones de Ramos Sucre
habrán sido exitosas
si he logrado expresar en el inglés al menos una sombra de ese
“consciente desarraigo”.
NOTAS
1. Versión revisada
y traducida del inglés de una charla
presentada en la conferencia
“One Makes Many: A Conference of Poetic Interactions”, como parte del panel “Latin America (in Translation)”. La conferencia tuvo lugar el 11 de noviembre
del 2011 en Duke University, Durham, North Carolina
OBRAS
CITADAS
Baudelaire, Charles.
Las flores del mal. Jacinto Luis Guereña, traductor
Madrid: Visor, 1996.
Benjamin, Walter. The Arcade Project. Howard Eiland and Kevin McLaughling,
translators. Cambridge: The Belknap
Press of Harvard University, 1999.
Pérez Perdomo,
Francisco, en José Antonio Ramos Sucre. Antología poética,
Caracas:
Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2004.
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